sábado, 8 de noviembre de 2014

THE ROSE SLIP. Academy for the Preforming Arts. University of Trinidad and Tobago. Central Bank Auditorium, November 2014.

The set and the cast. Illustration for the program by Toni Rose and Edwin Erminy.

The Academy for the Performing Arts hopes to establish the tradition of doing Caribbean works. We opened our 2014-2015 Repertory Season with a classical Trinidadian play: "The Rose Slip" by Douglas Archibald.

Derek Walcott described "The Rose Slip" aptly saying "the play itself is a modest, truthful poetic record of Trinidad life". The play is set in a Port of Spain barrack yard, the comunal housing of the poorest people in the island, in 1950. It reflects the extreme hardships the common people confronted but also the values and ideas that formed the identity of the nation at that moment.

Sketches for the set.


The design, created in collaboration with student Daniella Walcott, uses the basic materials and textures of the barrack yard, dirt, galvanised metal and old wood, to evoque the raw poverty of the place. The space, however, tries to reflect the dignity of individuals and families in the detail of each of their minute houses. A lot of attention was paid to props that would reflect this idea. Adam Gibson acted as prop manager in charge of this operation. He was also the assistant stage manager.

The layout of the set strives to express the complexity of relationships within the yard. The lack of depth on the stage at the Central Bank Auditorium was a challenge. We placed the houses at different angles and levels to exaggerate the perspective, and used the side stairs as exits into what could have been the hills of the city close to the yard. The layout gave the actors multiple opportunities for entrances and exits.

The very high walls surrounding the set were intended to emphasise the idea of an enclosed, protected space hidden behind the facades of the visible city.



 


RESEARCH.

Barrack yards no longer exist. They disappeared in the 1960s. We found old photographs and paintings at the National Museum in Port of Spain which were useful as references.




Walking the streets of the city we found examples of the architecture of the time, its colours and textures. Some places still have the look and feel of the old barrack yards.



Images from Adam Gibson´s research for props.



CONSTRUCTION.
The Rose Slip is the first project we build at our recently opened scenic shop at the Creative Campus of the University of Trinidad and Tobago, a space we owe in large part to the persistence and enthusiasm of professor Richard Bryant.

In only ten days our team of 6 first year students, professor Bryant and I, managed to build and paint the set (basically flats and platforms) in our spare time. Some of the wood and all the galvanised metal, doors and windows were recycled. Wood stain and paint added to the distressed wood effect of the walls. The floor is linoleum treated with sawdust, glue and paint to give the colour and texture of dirt. The breadfruit tree was created by assistant set designer José Jimenez and the crew.






José Jimenez and his team building the breadfruit tree.



Raymer Díaz joined our scenic team.




















Student Carver Perry, acted as crew chief in charge of assembling and dismounting the set at the Central Bank Auditorium, a stage with quite a few technical limitations. Our enthusiastic crew members were first year students Ariel Thomas, Jesus Patterson, Narad Mahabir, Kenelle Alphonse, Darrielle Mylan-Charles and Lizanne Regis.











Adam Gibson laying out props.
















sábado, 27 de septiembre de 2014

Turandot. Ópera de Colombia, 2014.







Turandot, una fábula sobre una sanguinaria princesa china que entrega al verdugo a los pretendientes que no logren adivinar sus adivinanzas, es una obra de dimensiones épicas. El dilema moral entre el orgullo y el amor, ambientado en una Beijing legendaria. No hay nada pequeño en esta historia.

La referencia arquitectónica es, obviamente, la Ciudad Prohibida de Beijing. Su riqueza de formas, colores y texturas.

Hemos  creado un dispositivo en el que tras la monumental simetría de la arquitectura palaciega, representada por la especie de telón de boca tridimensional de los pabellones de Ping, Pang y Pong, se esconde la maquinaria brutal y dura del poder imperial, expresado en las murallas de la Ciudad Prohibida y en los niveles de una sociedad rígidamente estratificada.

Quise romper un poco con lo que siento como la chinoiserie un poco kitsch que caracteriza la mayor parte de las producciones de Turandot. Le planteamos a nuestro director Alejandro Chacón la posibilidad de una escenografía que hablara de la dureza y frialdad de Turandot usando, sin mucho disimulo, materiales y técnicas industriales: andamios tubulares cubiertos con láminas de techo de policarbonato.



Esto nos ha permitido construir una inmensa muralla en el escenario relativamente pequeño del Teatro Jorge Eliecer Gaitán. Las características del policarbonato permiten que el muro se convierta en una especie de caja de luz semi-traslúcida, capaz de cambiar de escena en escena. Complementado con el movimiento de módulos de escaleras, se consiguen las diversas configuraciones que exige el texto.

En términos prácticos, esta estrategia permitió bajar los costos de realización y alivia a la compañía del problema de guardar grandes estructuras en sus depósitos.


Los pabellones de Ping, Pang y Pong.


Plaza frente al palacio imperial



































La corte imperial.











































Jardines del palacio imperial.










Coordinar un montaje de estas dimensiones, que involucra a la vez proveedores teatrales e industriales, es un desafío. Más aún cuando diseñas desde una isla del Caribe mientras se realiza en la lejana y lluviosa Bogotá. Nada de esto hubiera sido posible sin la apasionada complicidad de un equipo. Juan Camilo Torres se multiplicó como asistente de diseño, jefe de compras, inventor general de ideas e interlocutor de angustias de email y whasapp. A su lado, Catalina Aguirre García, aportó sensibilidad y pasión por el arte. Tatiana María Santos hizo una muy productiva pasantía en la producción.

Mención aparte merece Diana Sanabria, a cargo de la utilería, con exquisito gusto y atención al mínimo detalle, todo acompañado de un humor maravilloso.

Fue un orgullo trabajar con William Tiriat, el más grande realizador de Colombia y patriarca de un clan familiar con características de mafia teatral. Igualmente contar con la presencia de un artista de la talla de Alejandro Velasco y de sus colaboradores Raúl Cuellar y José Francisco Ortiz. Diego Campos, a cargo de la tramoya del teatro, fue siempre un apoyo solidario.

Trabajar en equipos multidisciplinarios, convertidos en una familia en el poco tiempo que nos permite la escena, es lo que más me maravilla de la ópera. A todos les doy las gracias. Pero sobre todo a mi hermanos en el teatro, Alejandro Chacón y Adán Martínez Francia, que me devolvieron la alegría de aquella época dorada que compartimos en el Teatro Teresa Carreño.



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