sábado, 31 de marzo de 2012

Ópera “Bolívar”, de Darius Milhaud, en el Teatro Teresa Carreño. Marzo 2012.









































Los desafíos que plantea el diseño de esta ópera:

1) Cómo representar una narrativa de la historia nacional sin que parezca la repetición de una estampa de texto escolar?, como enmarcar el drama de una manera que involucre al espectador, que lo interese legítimamente?

2) Cómo presentar tantos y tan diversos lugares en el curso de la representación? La obra ocurre en nueve lugares: la hacienda de Bolívar en San Mateo, la alcaldía de Caracas y la plaza frente a ella, el terremoto de Caracas, un campamento antes de una batalla, un baile en una plaza de Valencia, el paso de Los Andes por el ejército libertador, un palacio en Lima, la residencia de Bolívar en Bogotá, la Quinta San Pedro Alejandrino en Santa Marta.

3) Cómo hacer todo esto en una producción que cuenta con un presupuesto muy limitado y poco tiempo de realización?





























La propuesta es una estructura de andamios con la que se construye un camino complicado e irregular, con torres que lo interrumpen. Una metáfora del camino vital de Bolívar. Una estructura sin terminar, como el proyecto de esa generación. Un estructura forrada en yute (del color del barro y la cal) que en momentos devela su fragilidad, su carácter escenográfico.
A partir de esa base , y con un collage de elementos arquitectónicos tomados de viejas escenografías del teatro, creamos un dispositivo giratorio que permitió mostrar los nueve ambientes del libreto con efectividad (esperamos!) y economía de recursos.
Se utilizó la proyección de grabados combinados con efectos de iluminación sobre el ciclorama.
La ópera es una coproducción de la embajada de Francia, la Alianza Francesa y el Teatro Teresa Carreño.



martes, 27 de marzo de 2012

MENSAJE DEL DEL DÍA INTERNACIONAL DEL TEATRO 2012

Todos los años me sumo, desde este blog, a la celebración del Día Internacional del Teatro, instaurado por el Instituto Internacional del Teatro de la UNESCO hace 50 años.

Este año, el mensaje del día internacional, que en muchos países se lee al inicio de todas las funciones de teatro de ese día, está a a cargo del actor norteamericano John Malkovich.










El Instituto Internacional del Teatro-ITI de la UNESCO me ha honrado con su petición de realizar este mensaje en la conmemoración del 50 aniversario del Día Mundial del Teatro. Voy a dirigir estas breves consideraciones a mis compañeros del teatro, mis pares y camaradas.

Que vuestro trabajo sea convincente y original. Que sea profundo, conmovedor, reflexivo y único. Que nos ayude a reflejar la cuestión de lo que significa ser humano y que dicho reflejo sea guiado por el corazón, la sinceridad, el candor y la gracia. Que superéis la adversidad, la censura, la pobreza y el nihilismo, algo que, ciertamente, muchos de vosotros estaréis obligados a afrontar. Que seáis bendecidos con el talento y el rigor necesarios para enseñarnos cómo late el corazón humano en toda su complejidad, así como con la humildad y curiosidad necesarias para hacer de ello la obra de vuestra vida. Y que sea lo mejor de vosotros - ya que será lo mejor de vosotros, y aun así, se dará sólo en los momentos más singulares y breves - lo que consiga enmarcar esa que es la pregunta más básica de todas: “¿Cómo vivimos?” ¡Buena Suerte!


John Malkovich

Actor, productor, guionista y director estadounidense, aunque por encima de todo, John Malkovich es artista de teatro. Tras descubrir el teatro a principios de los setenta en la Universidad de Illinois, fundó en 1976 y junto a Terry Kinnev, Jeff Perry y Gari Sinise la Steppenwolf Theater Company, en homenaje a la novela de Herman Hesse.

Alcanzó la fama en el cine con su interpretación de Valmont en Las amistades peligrosas de Choderlos de Laclos llevada al cine por Stephen Frears, en la que compartía cartel con Michelle Pfeiffer y Glenn Close. Con este personaje, que supone un paso significativo en su carrera, comienza una trayectoria profesional que le ha llevado a participar en más de setenta películas, tanto en Estados Unidos como en el extranjero.

Ha sido nominado en dos ocasiones a los Oscar por sus papeles en ‘En un lugar del corazón’ (1984) y ‘En la línea de fuego’ (1994), y ha recibido numerosos premios y nominaciones por su participación en películas como ‘Los gritos del silencio’ o ‘Cómo ser John Malkovich’.

En teatro, ha dirigido montajes sobre ‘Las amistades peligrosas’, ‘Hysteria’, ‘Good Canary’ –por la que obtuvo un premio Molière a la mejor dirección. Últimamente le hemos podido ver en los teatros protagonizando el oratorio ‘The infernal comedy’.

viernes, 16 de marzo de 2012

sábado, 4 de febrero de 2012

GENÉ























"Para mí el teatro ha sido siempre y sigue siendo la terca custodia de una luz para los hombres; para los que lo hacen y para quienes lo presencian; para quienes lo escriben y quienes lo corporizan; los que lo pueblan de técnicas y de artes que sintetizan las tareas más nobles y bellas que los hombres han realizado. Estoy, en este tiempo, amándolo y contra él. No creo en el azar como motor de la vida, sino en su misterio. Y en todo sigo viendo causa de reverencia, invitación al asombro. El teatro presenta al hombre como es, angelical y homicida, tierno y cruel. Nunca ha sido el teatro ámbito de almibaradas visiones del hombre. Y cuando tal cosa ocurrió, sus cultores cayeron en el olvido. Permite ver a los hombres desde perspectivas que nunca ofrece la realidad; y nos enseña a descubrir y amar, precisamente, lo que la realidad oculta: a comprendernos y aceptarnos y también a cuestionarnos y no aceptarnos. Ése es el sentido de este oficio y es lo que da al oficiante una nobleza y una trascendencia que casi siempre ignora. El teatro es reserva de la vida, en gesto de aprecio y celebración de sí misma. Es el espacio de la dignidad del hombre".

JUAN CARLOS GENÉ (1928-2012)


Me hubiera encantado ser alumno de Juan Carlos Gené, o haber trabajado en alguno de sus montajes inolvidables. Tristemente no fue así y ya no podrá serlo. Guardo por él una gran admiración, por su pasión por el oficio y por su rol de maestro, ambos de dimensiones épicas. Mi único contacto personal con Gené, inolvidable, ocurrió con la primera escenografía que diseñé. Era el “Wozzeck” de Buchner, ya no recuerdo en qué año, en el que trabajé con mis amigos de adolescencia de Corso Teatro. Ensayábamos intensamente (como se hacían las cosas en el Corso) en la pequeña sala del CELCIT, en el sótano de Parque Central. Llegado el ensayo general, a Alejandro y a la Vero se les ocurrió invitar a Gené a vernos. Todavía, treinta años después, puedo sentir el terror reverencial que me produjo la presencia patriarcal del maestro barbudo, mirándonos acuciosamente, sólo en la primer fila de aquella sala vacía. No recuerdo qué nos dijo a los que nos sentamos a su alrededor al final del ensayo. Recuerdo que nos habló largo y profundo, que nos puso en aprietos, a reflexionar y revisar con la premura del estreno. Recuerdo su voz y su generosidad.

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